Ilustración de la artista Mek Frinchaboy |
Llegamos al hotel en taxi (13 Euros desde la estación de trenes hasta el hotel, que quedaba a pocas cuadras de la Opera Garnier: Hotel Elysees Opera. Por 100 USD la noche, la verdad era muy agradable. Hubiese querido elegir uno ubicado más cerca de los puntos importantes, pero no nos dimos cuenta al reservar… En realidad, quedaba a cuatro cuadras de la estación Rome de la línea 2 de subterráneo que comienza en Porte Dauphine, pero de noche me daba un poco de miedo caminarlas… no porque pasara nada sino porque eran un poco oscuras y mis costumbres argentinas me dicen que no se puede caminar a esas horas por calles oscuras y despobladas.
En fin, de cualquier manera, mas allá de que la próxima me busque un hotelito más cerca del Sena y de los puntos importantes de París, su sistema de subterráneos es impresionante… eso es ya conocido: no hay lugar de París que no se pueda recorrer con él, caminando realmente poco.
Bien. Habiendo dejado las valijas en el hotel y a la espera de que nos dieran la habitación, comenzamos la primer parte del recorrido tan meticulosamente elaborado por mí previamente.
Caminamos desde el hotel, pasando por la Opera de Garnier y las Galerías Lafayette, lugares a los que no entramos (quedaran para otro viaje… cuando pueda pagar por una prenda en Lafayette y disfrutar de un espectáculo en la opera… volveré!) para llegar a Les Invalides, palacio diseñado para acoger a los primeros inválidos de guerra en 1676.
Visitamos la tumba de Napoleón, bajo la gran cúpula de lo Iglesia del Domo y la Iglesia des Saint Louis que se encuentra en el lugar… No sé si lo hacen siempre o tuvimos suerte, pero cuando entramos a la iglesia estaban tocando en el inmenso órgano el principio de la canción del Fantasma de la Opera… Se me electrizó la piel… inolvidable!
Saliendo de Invalides, caminamos hacia les Champs Elysées para almorzar y visitar el Arco del Triunfo. Almorzamos en un Mc Donals… no estábamos de ánimos para buscar restaurantes con buenos precios… llegamos al Arco del Triunfo de la plaza de L´Etoile, llamada así porque se encuentra sobre una estrella de 12 puntas dibujada en el suelo. Cada punta da origen a una avenida. Una de ellas es la avenida de los Campos Elíseos.
El Arco del Triunfo fue creado por deseo Napoleón I, en 1806, en honor a los ejércitos franceses. Debajo, se encuentra la Tumba del Soldado Desconocido, muerto por Francia en la Primera Guerra Mundial. Su llama se reaviva cada tarde, con honores militares.
Europa está llena de arcos del triunfo… sobre todo en Roma hay varios, ya que los primeros arcos fueron levantados por los romanos en la Antigüedad y cada uno estaba dedicado a un general victorioso. Pero ESTE Arco es maravilloso… soporta cuatro altorrelieves enormes en cada una de sus pilastras… sin mencionar el trabajo realizado en el resto de su estructura. Subiendo por una escalerita caracol iiiinterminaaable, se llega al techo, desde donde se ve gran parte de la ciudad… Obviamente la Torre Eiffel!
Luego de visitar el Arco, tomamos el metro hasta el Museo D´Orsay, en una antigua estación de trenes. El museo alberga obras de entre 1848 y 1914.
Como había estudiado varios de los artistas aquí presentes en historia del arte meses atrás, me intrigó mucho, y me dio mucho placer también, conocer obras originales –y verlas tan de cerquita- de pintores de los que habíamos hablado hasta el hartazgo… Renoir, Monet, Van Gogh, Cezànne, Gauguin… Qué placer por Dios! No soy una gran aficionada del arte, pero no es lo mismo ver esas obras y ya, que haberlas estudiado minuciosamente, reconocer técnicas, saber qué influencias tuvieron sus creadores en la historia del arte… Me provocó mucho placer…
El museo, de por sí, es muy pintoresco para visitar aunque a uno no le interese recorrer cada uno de sus pasillos… Recomiendo al menos una visita corta para admirar su construcción.
Al terminar de recorrer el museo nos encontrábamos exhaustos… así que decidimos volver al hotel a descansar para salir a pasear por la noche, cenar afuera y conocer lo que sólo habíamos visto de lejos hasta el momento: la Tour Eiffel.
Confieso que nunca soñé con conocer Europa… nunca creí tener la posibilidad de estar en lugares así. Pero la oportunidad de este viaje se fue dando de manera tan natural que, al poner un pie en allí, no tome conciencia de dónde estaba, de todo lo que iba a conocer…
Esa noche, nuestra primera noche en Paris, nos abrigamos bien (a pesar de ser primavera hacia muuuuucho frio!) y tomamos el metro para ir a visitar la torre.
Caminando la distancia que la separa de la estación de metro, tomamos algunas fotos… la veíamos iluminada entre los árboles, pero no fue hasta estar debajo de su inmensa estructura que fui conciente de dónde estaba y no pude contener las lágrimas.
La emoción enorme que despierta estar debajo de esa inmensa torre, completamente iluminada, es inexplicable. Es realmente hermosa…
Desde arriba, y de noche, la vista también es maravillosa, aunque nos costó mucho disfrutarla debido al frío que hacía esa noche.
DIA 4 – PARIS (Louvre, Notre Dame, Saint Chapelle, Champs de Mars, Saint Germain)
Nos levantamos temprano, tomamos un suculento desayuno y partimos en Metro, como todos los días… esta vez, el circuito comenzó por el Museo del Louvre… una de las visitas imperdibles de París.
Vale la pena conocerlo, aunque mas no sea caminarlo un poco… visitar sus instalaciones subterráneas, en donde pueden verse sus antiguos cimientos y la maqueta de lo que fue el castillo allí emplazado, antes de las numerosas reformas y modificaciones que sufrió.
Todo en el Louvre es maravilloso… sus pisos y paredes de mármol, sus molduras y, por supuesto, las obras de arte que lo habitan.
Las estatuas están por todos lados, y aunque, por momentos parecen similares, uno nunca se cansa de admirar la perfección de sus formas y terminaciones. Las historias de por qué algunas obras son más famosas que otras son a veces graciosas, o por lo menos insólitas: La Venus de Milo, por ejemplo, solo debe su fama a un mayor esfuerzo de propaganda por parte de las autoridades francesas. En 1815 Francia había perdido la Venus de Médici, considerada como una de las esculturas clásicas más finas en la historia, que había sido saqueada de Italia por Napoleón Bonaparte. Tras la caída de Napoleón, la Medici Venus había sido devuelta a los italianos. Los franceses promovieron conscientemente la Venus de Milo como un tesoro más grande que el que ellos habían perdido recientemente. Fue alabada debidamente por artistas y críticos, que la consideraron como el paradigma de la belleza femenina elegante. Después de haberse hallado la estatua, se hicieron numerosas tentativas para reconstruir su postura, aunque ello nunca se hizo.
La estatua, y quizás la obra de arte, que más me impacto fue la Victoria de Samotracia… Quizás por el lugar estratégico en el que está ubicada: subiendo las inmensas escalinatas principales del museo, en medio del descanso que marca direcciones hacia sus lados y bajo una gran cúpula de cristal.
Quizás porque no tiene cabeza… no sé si me hubiese impactado tanto si tuviera cabeza. Lo cierto es que estar parada y observarla desde abajo realmente me quito el aliento. Volvería al Louvre solo para verla de nuevo.
Recorrimos la sala de pintura francesa, la sala de pintura italiana, en la que se encuentra La Gioconda (de más aclarado por todos lados lo decepcionante que resulta verla tan pequeña, en un muro enorme que la hace más pequeña aún… y ni hablar de la cantidad de gente amontonada para sacarle una foto… pero bueno, estábamos ahí y había que hacerlo, no?) y el pabellón de arte Faraónico Egipcio.
Del Louvre caminamos hacia Notre Dame. Su interior realmente es impactante. Nos hubiese gustado subir a sus torres, pero había que esperar un largo rato para acceder y preferimos seguir camino. Después de todo, vistas aéreas de Paris tenemos desde la mayoría de los monumentos y torres…
La maqueta en madera de la catedral merece una mención a parte… me encantan las maquetas, y el nivel de detalle de ésta me dejo estupefacta… la estuve analizando por un largo rato y no dejé de asombrarme… Hermosa!
Notre Dame será imponente, importante (bastante lúgubre para mi gusto), pero Saint Chapelle es realmente hermosísima… todas sus paredes están cubiertas de vitraux y el paso del sol por sus vidrios de colores es un espectáculo realmente sobrecogedor… Imposible mostrar en una foto la belleza de sus vitrales… vale la pena visitarla. Se encuentra dentro del Palacio de Justicia, si mal no recuerdo, a unos pocos metros de Notre Dame.
Después de reponer energías con unos sandwichitos al paso en la plaza de Notre Dame caminamos por el puente del Arzobispado, cruzando el Sena y decididos a perdernos, aunque sólo fuera por un ratito, por las callecitas repletas de locales adorables. Cansados de caminar, tomamos un barquito que nos llevo a la Torre Eiffel, ya que queríamos verla de día. Caminamos por los Campos de Marte y volvimos al hotel a tomar una siesta.
Ya de noche, nos abrigamos un poco más, decididos a caminar y conocer los exteriores del Palacio del Louvre de noche, con sus pirámides iluminadas, caminar por la orilla del Sena y recorrer el barrio de St. Germain, cruzando el río desde el Louvre por el Puente de las Artes.
París es increíble… parace otra ciudad por la noche… Todos sus monumentos y puentes mágicamente iluminados. Saint Germain, hermoso y elegante… Esta ciudad es un sueño…!
DIA 5 – PARIS (Barrio Latino, Le Marais, Montmartre, Arco del Triunfo u Torre Eiffel de noche)
Nuestro ultimo día en esta ciudad inolvidable lo dedicamos a caminar por sus barrios. No tan exhaustivamente como hubiese querido, pero los recorrimos.
Del Barrio Latino caminamos hacia Le Marais, el barrio judío. Nos sentamos un ratito en el parque y, buscando un lugar para comer, encontramos un rinconcito encantador donde nos sirvieron un risotto exquisito de manos de cheff argentino. Me enamore de este lugar… me dio muchas ideas para cuando tenga mi pequeño Bistró!!
Volvimos al hotel a descansar un poco. Por la noche, volvimos a caminar por Los Campos Elíseos hasta el Arco del Triunfo, para verlo de noche.
Volvimos a la Torre Eiffel, para tener una última vista de esta maravilla, que cada 15 minutos se ilumina de manera tintineante durante varios minutos. Es hermosa, no hay otra palabra para describirla.
Paris es una ciudad para perderse en sus callecitas, sus barrios, sus parques, pero creo que si no hubiese cronometrado tan bien el tiempo, no habríamos llegado a conocer todo lo que conocimos. La próxima vez que la visite –se que habrá una próxima vez- iré decidida a recorrerla sin horarios, sin itinerarios, conociendo lugares que quedaron en el tintero, viendo más a fondo otros…
Si me preguntan a qué ciudad del mundo volvería, sin dudas diría París… sin ninguna duda.
Por la mañana del quinto día, tomamos un taxi al aeropuerto Charle de Gaules para tomar un avión con destino a Venecia.
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